Soluciones técnicas para el acceso a la energía

El derecho al agua es un tema que (Re)sources lleva promoviendo y defendiendo desde 2005, como derecho fundamental para el desarrollo humano.

Reducir el consumo de energía para producir agua y viceversa

Teniendo en cuenta todas las tecnologías de tratamiento juntas, se necesita una media de 102 kWh para suministrar agua potable a una persona y para recoger y tratar las aguas residuales a lo largo de un año. Alrededor del 40% de esta energía se utiliza para suministrar agua potable y el 60% para el tratamiento de aguas residuales.

El consumo de energía es muy sensible a la elección de las infraestructuras, los recursos y los procesos de tratamiento, por lo que es esencial tener en cuenta la energía desde el principio de un proyecto si queremos lograr el equilibrio energético óptimo.

El saneamiento cuesta el doble que el agua potable, pero, en general, los servicios de agua y saneamiento no consumen mucha energía. La energía consumida por estos dos servicios representa una proporción muy pequeña de la energía consumida por los hogares: el 1,2% de la electricidad consumida por un habitante de la OCDE y el 2,9% de la consumida por un habitante de Oriente Medio. Abastecer a una persona de agua y saneamiento durante un año representa el 0,7% (35 kg eqCO2) de las emisiones totales de CO2 de un habitante de la Tierra. Aunque esto sólo represente una proporción muy pequeña de las emisiones, hay que encontrar la manera de reducirlas, porque el objetivo del "factor 4" es llegar a 2 teqCO2 emitidos por habitante y año de aquí a 2050.

Optimizar la eficiencia del bombeo es la primera forma de conseguirlo. Mejorar la aireación de las balsas es la segunda: reducir la aireación aplicando instrucciones de control y equipos más eficientes puede suponer un ahorro de entre el 20% y el 25% en el consumo energético de una depuradora.

Necesitamos desarrollar técnicas para reciclar las aguas residuales, construir plantas de tratamiento que sean lo más autosuficientes posible y desarrollar nuevas tecnologías de desalinización que consuman menos energía y utilicen la cogeneración. Todo esto es actualmente objeto de importantes actividades de investigación y desarrollo, tanto en el sector público como en empresas privadas.

En cuanto a las redes, la reducción de las pérdidas de agua potable también contribuye a mejorar el rendimiento energético de las infraestructuras, ya que hay que extraer menos agua del recurso, tratarla y bombearla.

Se están desarrollando diversas soluciones innovadoras de reciclado y reutilización, como el reciclado del agua de producción y de inyección, y el tratamiento y reutilización de las aguas residuales. El desarrollo de centrales termoeléctricas con circuito cerrado de refrigeración, por ejemplo, permite utilizar hasta 25 veces menos agua.

Fomentar las sinergias locales para aumentar el acceso a la energía

Los problemas son, ante todo, locales. Tanto en términos de producción como de distribución. Para ello es necesario comprender mejor las interacciones entre el agua y la energía a través de los agentes locales, ya sean industriales, operadores, autoridades locales o financieros.

Los agentes locales tienen el deber de implicar e informar a la sociedad civil y a las comunidades locales sobre los problemas que plantea la preservación de los recursos, así como sobre los costes reales de los servicios.

Por ejemplo, en algunos países la electricidad paga el agua. Las tarifas eléctricas de un contrato único pagan el agua, que está sujeta a una tarifa social muy inferior a su coste de producción.

Del mismo modo, parece esencial integrar el agua y la energía en las políticas multisectoriales de ordenación del territorio y planificación.

Una gama de soluciones técnicas para optimizar el uso de la energía

Los retos de la gestión energética en los servicios de agua y aguas residuales implican una serie de palancas de actuación diferentes:

Racionalización de las instalaciones existentes

Reducir las pérdidas en las líneas de la red de agua no sólo ayuda a abastecer a más personas con la misma cantidad de agua producida en la planta, sino que también mejora el rendimiento energético de la infraestructura.

En el caso de la desalinización, cuando se opta por procesos térmicos, las plantas desalinizadoras se instalan junto a las instalaciones eléctricas existentes, lo que permite reutilizar la energía residual (vapor generado por las unidades de producción de electricidad). La tecnología de membranas, como la ósmosis inversa, que es más reciente, ha visto reducidas a la mitad sus necesidades energéticas gracias a las optimizaciones llevadas a cabo en los últimos 20 años.

Uso de energías renovables

Hoy en día, cada vez más plantas de tratamiento de agua potable y aguas residuales son ejemplos de eficiencia energética. En Sydney (Australia) se ha instalado un parque eólico en la planta desalinizadora que compensa totalmente e incluso supera las necesidades de electricidad de la planta.

Recuperar la energía no utilizada

Las plantas de tratamiento de aguas residuales tienen un gran potencial para la producción de energía: recuperar el calor contenido en las aguas residuales es una opción. La energía procedente de la digestión de los lodos es otra opción, más extendida: produce biogás que puede utilizarse directamente en una caldera o quemarse en un motor de cogeneración para producir electricidad. La electricidad así producida puede cubrir parte de las necesidades energéticas de una planta de tratamiento de aguas residuales.

Recomendaciones para (re)fuentes

  • El tratamiento de las aguas residuales tiene un gran potencial energético gracias a la conversión de la materia orgánica en biogás
  • A escala internacional, debemos apoyar una legislación más estricta sobre las normas de vertido de aguas contaminadas y sobre el reciclado de aguas industriales.
  •  Debe darse prioridad a la financiación de proyectos combinados de infraestructuras de agua y electricidad, haciendo hincapié en la eficiencia energética.